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septiembre 20, 2011

Las tres Lindsays

por Mauricio González Lara

Desde 2004, la locura pecosa de Lindsay Lohan nos ha fascinado. ¿Cuál será el destino de la party girl más notoria de Hollywood?

No hay una, sino varias Lindsays Lohans. Y no, no vamos a refutar lo evidente: todas nos provocan una erección.

La primera Lindsay Lohan es la adolescente amable y frondosa de 17 años de Chicas pesadas (Mean Girls), la inteligente y ácida comedia estudiantil de 2004 escrita por Tina Fey. Si bien había actuado en algunas cintas medianamente exitosas (en especial Un viernes de locos, de 2003, por la que ganó un MTV Movie Award), fue hasta Chicas pesadas que Lindsay se convirtió en una celebridad. En ese entonces, Lohan era muy diferente a lo que es hoy: sexy, claro, pero de una manera dulce, linda, casi fresa. Sobre todo poseía algo que definitivamente no se encuentra entre sus actuales activos: una blanca y contagiosa frescura vital. La primera Lindsay es la chica que nos hubiera encantado presentar como nuestra novia cuando íbamos en prepa. Basta revisitar Chicas pesadas para revivir el “crush” adolescente: seguimos enamorados de esa sonrisa abierta e inocente. Esa Lindsay, ni modo, es historia irrepetible.

La segunda Lindsay es la que apareció en 2008 en el homenaje de la revista New York a la última sesión fotográfica realizada Marilyn Monroe, The last sitting. En las fotos, una delgada Lindsay imita las poses y actitud de Marilyn con actitud desenvuelta. El resultado es de alto impacto: pese a que apenas cuenta con 21 años, Lindsay luce de la misma edad  que Marilyn, que tenía 36. La fiesta y la droga le han pasado la factura, sin duda, pero no se ve mal; al contrario, ahora Lohan proyecta una belleza decadente en extremo sensual. Su piel es una infernal locura pecosa imposible de resistir. La segunda Lindsay es un producto del lado negro de Hollywood; una advertencia sobre cómo la fama puede hundir a una prometedora actriz en un mar de drogas, locura y arrebatos (¡ese affaire lésbico con la DJ Samantha Ronson!), pero también una fulminante muestra de lo atractiva que puede ser esa oscuridad. Imposible no soñar en enfiestar con Lindsay por días enteros, en esa envolvente e intensa neblina de excesos que no sabe de responsabilidades ni de mañanas.

La tercera Lindsay Lohan aún no existe. No le queda mucho tiempo a Lohan. A sus 25 años, está a un paso de la sobredosis, o peor aún, de la caricatura estilo Celebrity rehab, de VH1. Nuestras hormonas se dispararon cuando se manejó la posibilidad de que Lindsay interpretara a Linda Lovelace en el biopic Inferno; papel que la hubiera encumbrado en una dimensión icónica. Lamentablemente, ninguna aseguradora quiso respaldarla y el proyecto se vino abajo. ¿Qué hacer antes de la catástrofe? El limbo del ridículo es un destino injusto para ella. Se merece más. Por esa tercera Lindsay, la que nos sorprenderá en un futuro próximo, mantenemos la fe. (F)

+Esta es una versión reducida de un texto que aparecerá en el número de octubre de la revista Deep.

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