Archive for octubre, 2011

octubre 29, 2011

Kubrick según Easton Ellis

por Mauricio González Lara

Bret Easton Ellis no es precisamente un adicto al Twitter. De manera esporádica, sin embargo, su apatía se quiebra ante los arrebatos casi narcóticos que le produce la cultura pop en su sentido más amplio, sea la novela más reciente de Jonathan Franzen o la entrega de los Oscares.  

Las observaciones de Easton Ellis son agudas y ajenas a la complacencia; todo lo que se podría esperar del autor de Less tan zero y American Psycho. Sus comentarios cinematográficos son particularmente reveladores, sobre todo cuando se enfoca a cineastas que admira, como es el caso de Stanley Kubrick, una influencia central en su novela Lunar park.

A continuación, un compendio de los “tuits” de Easton Ellis sobre Stanley Kubrick. Se leen como apuntes iniciales de un ensayo de largo aliento. Ojalá sea el caso.

Sobre Ojos bien cerrados

+El sueño comienza cuando Kidman le dice a Cruise sobre sus deseos y termina con él encontrando la máscara.

+Referencias de arcoíris: el nombre de la tienda donde renta el disfraz; la caja del pastel que le lleva a la prostituta; las mujeres en la fiesta que le dicen a Cruise que las lleve hasta el fin del arcoíris (“the end of the rainbow”).

+¿Por qué tantas referencias al arcoíris? Es la versión de Kubrick de El mago de Oz. “Somewhere over the rainbow bluebirds fly…”

+Referencias a aves: Nick Nightingale, Wren Street, las máscaras en la orgía.

+La idea del sueño está en todos lados: el motif de las aves, las referencias al arcoíris, el árbol de navidad presente en todos lados, el resplandor azul.

+La manera en la que Tom Cruise se autoengaña con la ilusión de que mantiene el control –presentándose constantemente como doctor y enseñando constantemente su identificación- me parece conmovedora.

+¿Acaso la alfombra roja en la orgía no conecta con el rojo de la mesa de billar de Sidney Pollack? ¿Y esos árboles de navidad? Sueños.

+Como Wendy en El resplandor, Nicole Kidman nunca es parte del sueño de su esposo, que es la cinta que tenemos frente a nosotros.

 Sobre la misoginia de Kubrick

+Amo el inicio de la segunda parte de Cara de guerra, cuando escuchamos “These boots are made for walking” mientras una prostituta nos enseña su trasero. Notable.

+La misoginia de Kubrick reflejada en sus personajes femeninos: Lolita (¡dah!), Dr. Strangelove (prostitutas), 2001: odisea del espacio (las únicas mujeres visibles son una niña y una azafata),  Barry Lyndon (Lady Lyndon escribiendo cheques hasta el final), Cara de guerra (la francotiradora), Naranja mecánica (la quejica practicante de yoga,  la irritante mujer manda a la cárcel a Alex).

+Todas las mujeres en Ojos bien cerrados que quieren acostarse con Tom Cruise están locas, tienen sida o son prostitutas martirizadas. ¿Y cuál es la última palabra de Kidman?

+Stephen King escribe mujeres muy poderosas en El resplandor, pero en el universo de Kubrick son pasivas, no existentes o asesinas.

+En El resplandor, los tres personajes masculinos poseen imaginación y poderes intuitivos; la mujer, no.

+¿Se imaginan lo inquietante que hubiera sido HAL en 2001 con una voz femenina?

Sobre El resplandor

+El final original de Kubrick mostraba a Danny en un cuarto de hospital, traumatizado por los fantasmas de su padre demente; el de la novela era totalmente opuesto, con Wendy, Hallorann y Danny sanando sus heridas en el verano.

+La novela de Stephen King se asemeja a la cinta de la misma manera en que mi libro Less tan zero se parece a su versión cinematográfica.

+REDRUM es MURDER (asesinato). Jack se mueve hacia el pasado; Danny se desplaza en reversa en el laberinto; las conversaciones son sobre sucesos pretéritos. Lo único que siempre se mueve hacia delante es la cámara.

+Danny se salva a sí mismo retrocediendo sobre sus pasos a sabiendas de que esto confundirá a su padre: un hombre que siempre está mirando hacia el pasado.

+La cinta es tan complicada emocionalmente (el artista frustrado, el matrimonio disfuncional, el padre demente) que resulta más fascinante que aterradora.

+La furia en la cabeza de Jack es tan intensa que termina infectando a toda su familia. De eso se trata El resplandor.

+Jack triunfa al final: en close-up, sonriendo, aún vivo dentro de la cinta. No termina con un close-up de Wendy o Danny.

Sobre Kubrick como un gay de clóset

+El hecho de que Kubrick pudo haber sido gay le enoja a muchos. Para mí es fascinante. Hetero o gay: gran cineasta.

+No dudo que Kubrick fuera un amoroso padre y esposo, sólo que las alusiones homosexuales  de sus cintas sugieren a un gay de clóset.

+Dos fuentes muy confiables me han comentado que pese a tener esposa e hijos también sostuvo una relación de largo plazo con un compañero.

+Pistas gay: Ryan O’neal con hombres mayores en Barry Lyndon; el mentor de Malcolm en Naranja mecánica agarrándose la verga.

+Pistas gay: “Fantasmas” dando sexo oral en El Resplandor; Cruise señalado como gay en Ojos bien cerrados.

+Pistas gay: HAL 9000 es la “reina” más perra y asesina del cine americano, obsesionada con dos pilotos extremadamente sexies.

+Pistas gay: Hay más tensión erótica (gay) entre HAL 9000 y Keir Dullea en 2001 que en todo el resto de la obra de Kubrick.

+Pistas gay: la escena entre Alan Cumming y Tom Cruise en Ojos bien cerrados y que Cruise nunca se acueste con ninguna mujer.

+¿Por qué Jack Nicholson lee una revista Playgirl en el lobby de The Overlook antes de su entrevista en El Resplandor?

+No me importa quién es gay, pero si Kubrick fue gay lo hace aún más fascinante.

+Ojos bien cerrados tiene más sentido temático cuando se ve como el film onírico de un director que no ha salido del clóset. Más aún, protagonizado por Tom Cruise.

+Si Nicole Kidman hubiera interpretado a todas las mujeres con las que se encuentra en sus escapadas nocturnas, Ojos bien cerrados sería una obra maestra indiscutible.

octubre 19, 2011

Prietos y asalariados

por Mauricio González Lara

En México, si eres moreno y “clasemediero”, nunca pasarás de ser “un pinche asalariado de mierda”.

Es una disyuntiva a la que se enfrenta todo egresado universitario: construir una carrera en empresas ya establecidas o crear la compañía de sus sueños. El 80 por ciento del universo profesionista opta por unirse a una empresa, pues la satisfacción de contar con un negocio propio no es suficiente para contrarrestar la incertidumbre inherente a ser un agente libre o emprendedor.

En términos sociales, incluso, es mejor visto trabajar para una compañía conocida que contar con una empresa propia o presentarse como independiente (como si la marca para la que laboramos acreditara lo mucho o poco que valemos).  El mexicano promedio se muere por recibir un sueldo fijo, y si es de una trasnacional renombrada, mejor.

Bajo ese contexto, extraña que uno de los insultos favoritos de la clase media alta del país –los que precisamente se mueren por ser ejecutivos de un corporativo-  sea tildar de “asalariado” a todo aquel que no les permita saltarse las normas de convivencia del orden social, tal y como lo demuestra el reciente incidente de las “ladies de Polanco”, el escandaloso video exhibido en Youtube hace unos meses donde vemos cómo un par de mujeres en probable estado de ebriedad humillan verbalmente a un policía incapaz de proyectar un mínimo de autoridad.

“Chinga tu madre pinche asalariado de mierda, por putos como ustedes al país se lo está cargando la verga, pendejo”, les gritaban las coléricas ladies a los pusilánimes gendarmes.

La intensidad no sorprende: en México, el «asalariado» no es el profesionista que busca fabricarse un futuro, sino el “indio” al que le tocó joderse para mantener en la opulencia al dueño de la hacienda; significa no pertenecer a la burguesía; ser un pobre diablo que nunca va a superar su status de gato; ser un sirviente al que nunca se le deben olvidar sus límites, so pena de que se le recuerden mediante la reprimenda y la humillación pública. Los mexicanos que aspiran a ser burgueses, como las famosas “ladies de Polanco”, se sueñan como juniors no asalariados ajenos a las leyes mundanas. Risible consuelo: el insulto al jodido no es personal, sino una simple  afirmación de su desatado afán aspiracional.

Inmovilidad y racismo

En nuestro país, ser rico no equivale a ser un empresario que ha prosperado gracias a su visión y esfuerzo, sino a formar parte de un círculo privilegiado que poco o nada tiene que ver con la innovación empresarial. El trabajo no importa. Cuando se habla de la riqueza de Bill Gates, así sea por asociación semiconsciente, también se habla de la supremacía tecnológica de Estados Unidos y del alto nivel de innovación que ha sabido desarrollar en el transcurso del tiempo; cuando se habla de la riqueza de Slim o Azcárraga, en cambio, el debate siempre se centra en monopolios y competencia desleal.

Cuando se analiza la prensa nacional de negocios, lo primero que salta a la vista es que casi siempre se reportan los movimientos de personajes provenientes de una esfera de no más de 20 familias. Si revisamos revistas como Fortune o Fast Company, encontramos  apellidos como Buffett o Rockefeller, pero  también nombres de jóvenes que han logrado triunfar gracias a que tuvieron una idea genial y la supieron materializar con eficacia. En México, las historias empresariales de éxito no son las de los soñadores que empezaron desde abajo,  sino las de los juniors que  lo  heredaron todo de sus padres. Las posibilidades de salir del contexto en el que se nace son francamente remotas.

A la falta de movilidad se suma otro factor: el racismo. En su libro Por eso estamos como estamos (RHM, 2011), el analista Carlos Elizondo Mayer-Serra explica cómo la discriminación es un factor sustancial al retraso del país:

“Por más que el artículo primero de la Constitución prohíbe toda discriminación, en México ser más blanco sigue siendo mejor visto socialmente y da acceso a ciertos beneficios. La Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación en México da cuenta de cuán serio es este fenómeno: 20% de los mexicanos no estarían dispuestos a permitir que viviera en su casa un indígena, aunque 42% tampoco aceptaría en casa a un extranjero. La élite económica es fundamentalmente blanca. Ejemplo claro es el suplemento Club Social del diario Reforma: en un número típico no se encuentra una sola foto, ni entre los fotografiados durante celebraciones sociales ni en la propia publicidad, de una persona que no aparente origen europeo o, al menos, que tenga la piel clara. Las élites políticas y culturales son racialmente más plurales. Sin embargo, como me dijo una vez un amigo inglés, casado con una mexicana, y que vivió un tiempo en México: “No conozco ningún mexicano de la élite, en su sentido amplio, casado con una mujer con un color de piel más oscuro que el suyo”.”

El extremo de este racismo, anota Elizondo Mayer-Serra, se nota en los anuncios de prostitución del diario Metro, donde las sexoservidoras de origen sudamericano o del norte del país subrayan su físico blanco. Algunas declaran contundentemente: “No contrates sirvientas”, es decir, mujeres morenas y de baja estatura. O, en los términos usados por las “ladies de Polanco”, “asalariadas de mierda”.

Espejo deformado

En una circunstancia donde pesa más el apellido y recursos familiares que el alcance y preparación del individuo, integrarse a una empresa establecida o lanzar un negocio propio no tiene la menor importancia, ya que si eres moreno y “clasemediero” es muy probable que nunca pases de ser “un pinche asalariado de mierda”.

Las “ladies” están a años luz de ser unas “niñas bien”; de hecho, como se reveló después de que se “viralizó” su video en Youtube, pertenecen a un perfil ajeno a los verdaderos privilegiados (el simple apodo de una de ellas, “La negra”, la destierra inexorablemente de la verdadera alcurnia de Polanco). Ellas lo saben, pero al igual que la mayor parte de la clase media mexicana, prefieren contemplarse en un espejo donde el “naco” siempre es la persona de a lado, y nunca la que tienen enfrente. (F)

+Este texto se publicará en otro formato en la edición de noviembre de la revista Deep.


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