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junio 10, 2010

La secuencia que Hitchcock jamás filmó

por Mauricio González Lara

Una de las partes más emocionantes de  El cine según Hitchcock, el fabuloso libro de Francois Truffaut, es cuando el maestro revela una idea de secuencia que se le quedó en el tintero para Intriga internacional (North by northwest), la cual involucraba un asesinato en una línea de ensamblaje para coches. De haberla filmado, estoy seguro, hubiera sido tan o más emocionante que la clásica secuencia del avión en la llanura.

Si bien Spielberg le rinde de alguna manera  homenaje a este concepto durante la persecución en la fábrica de coches de Minority report, alguien debería filmar la secuencia tal y como la imaginó Hitch. Va el diálogo entre Truffaut y Alfred:

Francois Truffaut (FT): Vuelvo a la escena del avión en el desierto. El aspecto seductor en esa escena reside en su misma gratuidad. Es una escena vacía de toda verosimilitud y de toda significación; el cine, practicado de esa manera, se convierte realmente en un arte abstracto, como la música.  Y esta gratuidad, que a menudo se le reprocha,  constituye precisamente  el interés y fuerza de la escena (…) No habría que reprocharle nunca la gratuidad en sus films, pues practica la religión de la gratuidad, el gusto por la fantasía fundada en el absurdo.

Alfred Hitchcock (AH): El hecho es que este gusto por el absurdo lo practico de manera totalmente religiosa.

FT: Una idea como la del avión en el desierto no puede germinar en la cabeza de un guionista, pues no sirve para adelantar la acción, para hacerla avanzar; es una idea de director.

AH: Ya verá cómo se me ocurrió esa idea. Quise reaccionar contra un viejo cliché: el hombre que se ha presentado en un lugar en el que probablemente va a ser asesinado. ¿Qué es lo que se hace habitualmente?  Una noche oscura en una pequeña plazuela de la ciudad. La víctima espera, de pie en el círculo luminoso de un farol. El pavimento está mojado por una lluvia reciente. Un primer plano de un gato negro que corre de manera furtiva a lo largo de una pared. Un plano de una ventana, el rostro de alguien que, a hurtadillas, aparta los visillos para mirar afuera. La lenta aproximación de un coche negro, etcétera. Yo me hice la siguiente pregunta: ¿qué sería lo contario de esta escena? ¡Una llanura desierta, en pleno sol, ni música, ni gato negro, ni rostro misterioso tras las ventanas! Continuando con North by northwest y mi religión de la gratuidad, quisiera comentarle de la escena que no conseguí insertar, pero en la que trabajé (…) Recordé que nos encontrábamos al noroeste de Nueva York y que una de las etapas sería Detroit, donde se encuentran las grandes fábricas de automóviles Ford. ¿Ha visto alguna vez alguna cadena de montaje?

FT: No, nunca.

AH: ¡Es fantástico! Quería rodar una larga escena dialogada entre Cary Grant y un contramaestre ante la cadena de montaje. Andan hablando de un tercer hombre que quizá tiene alguna relación con la fábrica. Tras ellos, el automóvil empieza a ajustarse pieza por pieza e incluso lo llenan de aceite y gasolina; al final de su diálogo, contemplan el coche completamente montado a partir de nada, de un simple tornillo, y comentan: “Es realmente formidable, ¿no?” Y entonces, abren la portezuela y cae un cadáver.

FT: ¡Es una idea formidable!

AH: ¿Y de dónde proviene el cadáver? No del coche. En un principio, ¡sólo era un tornillo! El cadáver ha caído de la nada, ¿comprende? Y tal vez el cadáver es el del individuo del que hablaban en el diálogo.

FT: ¡He ahí lo gratuito absoluto! Debe ser difícil renunciar a una idea como ésa. ¿La abandonó debido a la duración de la escena?

AH: La duración podía arreglarse, pero lo que pasó realmente es que no conseguimos integrar esa idea a la historia, y por muy gratuita que sea una escena, no puede introducirse de una manera totalmente gratuita.