40 actores en plena explosión

por Mauricio González Lara

Todos sabemos quiénes son las súper celebridades masculinas de Hollywood: Leonardo DiCaprio, Chris Bale, Tom Cruise, Tom Hanks, Johnny Depp, Mark Whalberg, Matt Damon, Jim Carrey, en fin, la lista es tan obvia como aburrida. Ellos son los que hoy mecen la cuna  en la taquilla y los reconocimientos de la industria; sin embargo, como consecuencia de su misma fama presente, ya no representan lo que vendrá, lo que  constituirá el futuro mediato. Los talentos masculinos emergentes que definirán el mañana son heterogéneos; algunos ya son conocidos, otros se mueven aún en relativa marginalidad, el factor talento varía dramáticamente de caso en caso, pero todos son importantes. Va una lista de 40 actores en plena explosión:

Comedia

Payasos, burlones y burlados.

Seth Rogen. ¿Deberíamos perderle la confianza a Seth Rogen? Hay tres buenas razones para hacerlo. Uno, motivado por las presiones de sus agentes y demás escoria naturista de Hollywood, perdió más de 20 kilos, por lo que ahora el otrora gordo es una persona delgada y saludable, pero sin simpatía ni onda. Hay personas a las que la gordura les va bien; Rogen, al igual que Peter Jackson, no entiende eso. Dos, no actúa en una película decente desde Supercool (Superbad), del 2008. Tres: Rogen escribió y estelarizó el remake de El avispón verde, un guión tan malo que ni siquiera la usualmente imaginativa dirección de Michel Gondry pudo redimir. Pero bueno, mantengamos la fe, así sea sólo porque cualquiera que haya visto Ligeramente embarazada (Knocked up), Virgen a los 40 y Superfumados (Pineapple express) sabe que Rogen posee el innegable talento de combinar una guarra acidez con un genuino sentido de vulnerabilidad. Esperamos que Take this waltz, cinta dirigida por la talentosa Sarah Polley, sea un contundente paso en la dirección correcta. Y Seth, en serio, ya regresa a las hamburguesas y las malteadas, por favor.

En sus propias palabras: «A la gente le encanta quejarse, sobre todo a los nerds y los cinéfilos. Podrías decirles que Jesucristo va a hacer una película con Frank Miller y te contestarían que es una pésima combinación.»

 Jim Parsons. Pese a la existencia de productos culturales de poca monta como La venganza de los nerds, hace algunos años ser un “geek” sólo podía ser considerado como algo deseable por razones de corrección política, nada más; hoy, en la era de Facebook  y Steve Jobs, parece ser el colmo de lo “cool”. El icono televisivo más importante de esta glorificación “geek” es Sheldon, el geniecillo en física de The Big Bang Theory, interpretado por Jim Parsons. La actuación es deslumbrante: Parsons no interpreta a Sheldon, lo habita. En cierta forma, es un trabajo similar  al de Hugh Laurie en House, donde todo el peso de la serie se centra en un notable performance. Lamentablemente, al igual que con House, el gag del asexuado y megalómano Sheldon posee un tiempo de vida limitado. Ojalá el “come-años” Parsons, quien tiene la sorprendente edad de 38 años, sepa decirle adiós a la serie cuando aún es graciosa.

En sus propias palabras: “Una de las claves del personaje es entender que los sentimientos de los demás le son ajenos. Por eso lo que dice no es cruel ni impertinente, sino la clase de comentario sin filtrar que esperarías de una persona totalmente desinteresada en las costumbres sociales”.

Zach Galifianakis. No sucede muy a menudo, pero hay personas para las que la vida genuinamente comienza a los 40. Caso en cuestión: Zach Galifianakis. Tras una carrera ligeramente notable en el circuito del stand up comedy, Galifianakis, cuya carrera en cine apenas y excedía el carácter de extra, conectó en grande con ¿Qué pasó ayer? (The Hangover), efectiva “dick movie” que lo tornó de la noche a la mañana en uno de los cómicos mejores pagados de Estados Unidos. Todd Philips, director de ¿Qué pasó ayer?, lo volvió a reclutar para Todo un parto (Due date) y la secuela de ¿Qué pasó ayer? Aunque fallidas, las dos fueron rotundos éxitos de taquilla.

Michael Cera. No importa que sea un actor limitado cuyo registro no vaya más allá del “chico sensible que logra moldear su afectada timidez en encanto”, a Michael Cera lo estimamos por Arrested development y salir avante en esa menospreciada obra maestra del pop adolescente: Scott Pilgrim vs. los exnovios de su novia (o Scott Pilgrim vs. the World, como preferimos llamarle ante la idiotez de quienes titulan las películas en español).

Rusell Brand. En teoría, Brand es un cómico trasgresor y que ha ingerido muchas drogas y se puede salir de control en cualquier momento; en la práctica, no le hemos visto nada que acredite tal leyenda. Ciertamente, le reconocemos que tirarse a Katy Perry es en sí mismo un triunfo en extremo envidiable, razón por la que aparece en esta lista

Jason Sudeikis. Su excelente desempeño como anfitrión de los MTV Movie Awards 2011 confirma lo que ya sabíamos tras verlo en Saturday Night Live: Jason Sudeikis es una estrella que merece explotar. Horrible Bosses, cinta que estelarizará a lado de Jason Bateman y Kevin Spacey, le dará esa oportunidad. (Además, cualquiera que haya sido novio de January Jones, la esposa ojete de Donald Draper en Mad Men, merece nuestro respeto).

Danny McBride. El personaje de Kenny Powers, el ególatra y volátil pitcher venido a menos de Eastbound and down (la serie de HBO), se ha tornado en todo un fenómeno televisivo. La gente adora a Powers gracias al timing amenazante y naco de Danny McBride, quien merece una plataforma más grande para su talento. Confiamos en que logre reponerse del reciente fracaso en taquilla de Your highness, cinta que escribió y estelarizó junto a James Franco y Natalie Portman.

Paul Rudd. De todos los actores salidos de la escuela de Judd Apatow –el motor creativo de Virgen a los 40 y Ligeramente embarazada-, Paul Rudd es el único que podría también hacerla de galán en un drama psicológico. Ojalá no lo haga: como lo demostró con en Te amo, hermano, su mejor carta es la comedia ligera de situaciones.

Christopher Mintz-Plasse. Si no amaste instantáneamente a Mintz-Plasse como el supernerd  McLovin en Supercool (Superbad) no sólo no tuviste adolescencia, sino que de plano no tienes corazón. De no haber sido por Chloë Moretz (Hit-girl), Mintz-Plasse también se hubiera robado la atención en Kick-Ass, donde brilló como Red Mist. Seguro estará de vuelta en la secuela.

 Orates

Sicópatas, villanos, intensos, locos.

Michael Shannon. Quizá sea uno de los menos populares en la lista, pero Shannon, “actor de actores”, es la encarnación misma de la intensidad orate desbordada, sea como el conspiracionista y piscótico Peter Evans en Insectos (Bug),  o como la inquietante voz que denuncia la hipocresía clasemediera en Sólo un sueño (Revolutionary Road). Su momento cumbre, dicen los críticos que la han visto, está por venir en Take Shelter, donde Michael interpreta a un hombre convencido de la inminente llegada del fin del mundo.

En sus propias palabras: “La única manera en que puedes decir la verdad es si estás loco. Mi personaje en Sólo un sueño dice la verdad porque sabe que nunca va a tener una familia y una casa; sabe que su vida va a consistir en entrar y salir de hospitales psiquiátricos. Eso le permite ser brutalmente honesto”.

Tom Hardy. La manera en que Hardy cambia de registro es alucinante: sin perder un gramo de verdad, puede pasar de brutal sicótico en Bronson a  irónico y sofisticado estafador en El origen (Inception). Hardy, quien admite haber hecho de todo y con todos, proyecta un fluido encanto sexual que le inyecta una peligrosa y atractiva ambigüedad a todo lo que hace. Uno de los actores físicos más notables de la actualidad. Esperamos verlo como Bane en The Dark Knight Rises.

Jeremy Renner. ¿Cómo olvidar al adicto a la adrenalina interpretado por Renner en Zona de miedo (The Hurtlocker)? El avance del sargento William James hacia los explosivos que podrían volarlo en pedazos, con todo y su pesado traje antibombas, es ya una de las imágenes icónicas del cine bélico. Renner ratificó sus credenciales histriónicas en Atracción peligrosa (The Town).

Drama

Tensos, conflictivos, conmovedores.

Michael Fassbender. Tras casi una hora de atestiguar sin contexto alguno el estoicismo con el que Bobby Sands comanda las protestas de los terroristas irlandeses encarcelados en las prisiones británicas –consistentes en mantenerse desnudos y untar de mierda las celdas-, sucede el milagro: en un diálogo de 20 minutos captado en un plano secuencia fijo, Sands revela su filosofía a través de la narración de sus recuerdos infantiles. El terrorista no es un asesino enfermo, sino un hombre racional y razonable que simplemente cree estar haciendo lo correcto. Ese momento no sólo es el golpe de genialidad que eleva a Hambre, de Steve McQueen, a rango de obra maestra, sino que también es evidencia irrefutable del prodigioso oficio de Michael Fassbender, quien bien podría convertirse en el mejor actor de su generación. Fassbender, de 34 años, no ha decepcionado desde Hambre, a la cual le siguió otra deslumbrante actuación en Fish Tank, un rol menor en Inglorius Basterds y un sólido  Magneto en la por otro lado mediocre X-Men: First Class.

En sus propias palabras:Hambre cambió mi vida por completo. Gracias a esa película, los directores comenzaron a reconocerme. Ahorita soy “el sabor del mes”; en tres meses vendrá alguien más. Yo sólo quiero trabajar en proyectos interesantes e intrépidos.”

Michael Pitt.  ¿Dudan que Michael Pitt merezca ser una  súper estrella? Argumento uno: apenas con treinta años de edad, cuenta ya con un  abanico de memorables interpretaciones: el adolescente que descubre al mundo en todos los sentidos que importan en Los soñadores, de Bernardo Bertolucci; el objeto del deseo “glam” en Hedwig and the Angry Inch, de John Cameron Mitchell;  el “nini” en ácido de Bully, de Larry Clark; el hipnótico y angustiado Blake en Ultimos días (Last days), de Gus Van Sant. Argumento dos: ha trabajado, además, con Michael Haneke y Martin Scorsese, quienes no cesan de hablar maravillas de él. Argumento  tres: fue novio de Asia Argento, la mujer más “cool” y peligrosa del planeta.  Más méritos, imposible.

En sus propias palabras: “Hay dos clases de directores: los que creen que dos más dos son cuatro y te piden que les ayudes a llegar a ese resultado, y los que te encierran en un cuarto, incendian la casa y filman cómo actúas en esa situación”.

Jonathan Rhys Meyers. Recientemente, como todos saben, Rhys-Meyers intentó suicidarse. Lo entendemos: tras haber protagonizado una de las mejores películas de la década pasada –Match Point, de Woody Allen-, su carrera ha involucionado al punto de hoy ser famoso por esa telenovela dizque histórica llamada Los Tudors. Que alguien le eche la mano, ¡por Dios!

Jake Gyllenhaal. Hay actores a los que les basta ser ellos mismos. Gyllenhaal nunca deslumbra en Donnie Darko, Secreto en la montaña (Brokeback Mountain) o en Ocho minutos antes de morir (Source Code), pero tampoco decepciona o deja de ser creíble. A veces, eso es suficiente.

Daniel Radcliffe. No debe ser sencillo pasar la mayor parte de tu vida bajo el acoso constante de miles de fans incapaces de distinguir a un actor de su personaje, menos si ese personaje es Harry Potter. Pese a confesar un leve alcoholismo durante la filmación de la última cinta de la saga del maguito, Radcliffe ha salido avante del trance con remarcable entereza. ¿Hay vida después de Potter? De acuerdo con los críticos que lo han visto actuar en teatro, todo parece indicar que sí.

Andrew Garfield. El nuevo Hombre Araña es un actor solvente; así lo ha demostrado en Red Social y Nunca me abandones, ¿pero podrá con el paquete de ser un superhéroe? No será miel sobre hojuelas: Tobey Maguire estaba perfecto como Peter Parker, y más allá de que muchos odiaron la tercera entrega de la serie, el Spiderman de Sam Raimi era gozoso y entrañable. El fracaso del musical arácnido en Broadway complica aún más el panorama.

Shia LaBeouf. Tras su pobre desempeño en la cuarta entrega de Indiana Jones y la  abominable trilogía de Transformers, el nombre de Shia LaBeouf es casi sinónimo de “vómito”. ¿Por qué tenerle fe? Muchos señalan su actuación en Tus santos y tus demonios. Nosotros no creemos que le alcance.

James Franco. Desenfadadamente “artsy” (su película favorita de todos los tiempos es El espíritu de la colmena, de Víctor Erice), pero con suficiente ambición comercial como para aparecer en la saga de Spiderman y demás proyectos comerciales, Franco era el actor de moda en Hollywood antes de conducir los Oscares. Tras el fiasco de los premios de la academia, ahora lo “hip” es odiar a James. De su calidad como histrión, eso sí, nadie duda.

Edgar Ramírez. ¿Qué tienen en común los usualmente heterogéneos The Village Voice, The New York Times, Cahiers du Cinema, USA Today, Rolling Stone y The New Yorker? Todos se deshicieron en elogios para Edgar Ramírez en Carlos, la obra de Oliver Assayas  de cinco horas y media sobre uno de los terroristas más carismáticos de la historia reciente, Carlos “El Chacal”. Originalmente pensada para televisión, Carlos ha hecho de Ramírez una estrella instantánea. En México, lamentablemente, sólo se exhibió en el Festival de Morelia. A comprar la recién salida edición de Criterion.

Zachary Quinto. Aunque la nueva versión de Star Trek era tan mala como la original, el Spock de Zachary Quinto era sin duda una excelente reinterpretación del vulcano de Leonard Nimoy. Nobleza obliga: Quinto  también era lo único decente en Héroes. La secuela de Star Trek, estamos seguros, elevará la popularidad de Quinto a niveles en que podrá exigir mejores roles en trabajos más decorosos.

Jesse Eisenberg. Imposible cuestionarlo: Eisenberg estuvo increíble en Red social como Mark Zuckerberg, el rencoroso discapacitado emocional que inventó Facebook. ¿Podrá salirse del cartabón de nerd e ir hacia otra clase de roles? Su físico y manierismos no le ayudan, pero Hollywood ha visto triunfos más extraños.

Jason Schwartzman. Para todos los fans de Wes Anderson, Schwartzman siempre será Max Fischer, el salingeriano estudiante de Rushmore. Esa es su gloria, pero también podría ser su pena: fuera de las películas de Anderson (que desde Rushmore lo ha hecho uno de sus actores fetiches), el único papel destacado de Schwartzman ha sido el “exnovio del infierno” en Scott Pilgrim. Le urge romper con Wes.

Casey Affleck. Sin aspavientos, el hermano de Ben ha hilvanado una serie de sólidos trabajos que le han ganado admiración y respeto: El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, Desapareció una noche y en especial El asesino dentro de mí, donde impactó como pervertidísimo asesino “noir”. Plus: Affleck dirigió el interesante “mockumentary” I´m still here.

Ryan Gosling. Algunos la encontraron honesta y demoledora, otros la consideraron esquemática y acartonada, pero Triste San Valentín cuenta con un punto total de consenso: el desolador y entregado desempeño de Ryan Gosling como el esposo conformista dolorosamente incapaz de aceptar que la vida es cambio y que nada es para siempre.

Emile Hirsch. Alexander Supertramp, el trotamundos hippie en idealizada peregrinación adolescente a Alaska de Camino salvaje (Into the Wild), nos enseñó que la “felicidad sólo es real cuando es compartida”. Sólo por esa entrañable interpretación le perdonamos a Hirsch haber estelarizado Meteoro. Bueno, por eso y por el activista gay hipster de Milk.

James McCavoy. Hasta ahora, el mayor logro de McCavoy es no haberse hecho bolas al recorrer la trayectoria del imposible plano secuencia que aparece a la mitad de  Expiación (Atonement), donde lo vemos como trágico testigo de los estragos de la guerra. ¿Con eso le alcanza para ser superestrella? Tras su eficaz Charles Xavier en X-Men: First Class, la moneda todavía está en el aire.

Cilian Murphy. Desde que capturó la atención de todos bajo la dirección de Neil Jordan en la subvalorada Desayuno en Plutón, Murphy ha consolidado su fama como uno de los actores recurrentes de la tropa de Chris Nolan. Pese a ser un rol pequeño, El origen no hubiera funcionado sentimentalmente sin Murphy, cuyo emotivo rostro de sorpresa al ver el rehilete en la caja fuerte es la verdadera explosión que nos saca del sueño. Dicho esto, ¿cuándo volveremos a ver a Cilian en un rol tan explosivo como el de Patrick “Kitten” Braden?

Tahar Rahim. En 2009, justo cuando dábamos por sentado que la década iba a terminar sin una épica criminal de altos vuelos que sacudiera las salas cinematográficas, apareció Un profeta, la cinta de Jacques Audiard que narra el viaje de muerto de hambre a capo de capos de Malik “El Djebena”, interpretado por el polifacético Tahar Rahim. El triunfo en la actuación de Rahim: nunca dejamos de sentir la fragilidad de “El Djebena” conforme avanza en la jerarquía criminal, ni siquiera cuando sale victorioso de la cárcel al ritmo de Mack The Knife.

Aaron Paul. Bryan Cranston tiende a llevarse todo el crédito por el éxito de Breaking Bad; sin embargo, la serie no funcionaria sin la contraparte de Aaron Paul, quien en su papel de Jesse Pinkman logra ser exasperante, cómico, trágico, heroico y conmovedor, todo al mismo tiempo. De los mejores dealers en la historia de la TV.

Joseph Gordon-Levitt. La banda indie lo adora por 500 días sin ella, casi tanto como el público masivo por El origen, pero el punto más alto hasta ahora de Gordon-Levitt es el adolescente manipulador noir de lengua viperina en Brick, joyita prácticamente desconocida en nuestro país. Con todo, un actor sólido que por razones que lo rebasan se ha hecho popular entre la niñas hipster que sueñan con ser Zooey Deschanel.

Tumbacarnes

Héroes de acción, musculosos, descerebrados

Ryan Reynolds. No resulta sencillo clasificar a Ryan Reynolds; lo mismo ha hecho comedias insulsas (La proposición), que cintas de superhéroes (Wolverine) o cintas de terror (el remake de Amityville); empero, el hype detrás de Linterna verde, así como toda la prensa que recibió en torno a lo mamado qyue se puso para el papel, nos obligó a ponerlo en esta categoría de “tumbacarnes” o héroes de acción. Reynolds, nobleza obliga, no es sólo músculo, como lo demostró con su muy competente actuación en Enterrado (Buried). Además, desde que rompió con Scarlett Johanson, ya no lo odiamos tanto.

Gerard Butler. Zack Snyder ha cometido dos crímenes contra la humanidad: el primero es su adaptación de Watchmen, una de las peores películas de todos los tiempos; el segundo es haber reclutado a Gerard Butler para 300, el “macho-fest” basado en el comic de Frank Miller. Desde entonces, Butler, cuya amplitud expresiva hace ver a William Levy como el sucesor de Lawrence Olivier, no ha parado de hacer bodrios. Snyder, ¡ojalá esta noche cenes en el infierno!

Chris Hemsworth. Nadie daba un peso por la adaptación al cine de Thor, en especial porque nadie conocía bien a Chris Hemsworth, cuya experiencia previa había sido un pequeño aunque significativo papel en la nueva Star Trek, como George Kirk. Por eso, más que la correcta dirección de Kenneth Branagh, la sorpresa fue la soltura con la que Hemsworth asumió un papel que bien podía derivar en el ridículo. ¿Podrá ser algo más que un “tumbacarnes” de calidad? Al tiempo.

Sam Worthington. No sabemos por qué a la gente le gustó Avatar, pero lo cierto es que su descomunal recaudación en taquilla ha colocado a Sam Worthington como uno de los héroes de acción más rentables de la industria. El reinado va para largo: James Cameron ya anunció que Avatar será una trilogía.

Paul Walker. Amén de un papel secundario en La conquista del honor (Flags of our fathers, de Clint Eastwood), si se muriera mañana, Dios no lo quiera, sólo recordaríamos a Paul Walker por haber tenido el aguante de salir en cada nueva entrega de la saga de Rápido y furioso, donde comparte créditos con el “tumbacarnes” mayor, Vin Diesel.

Galancetes

Caritas bonitas, ladrones de suspiros quinceañeros

Robert Pattinson. La saga de Crepúsculo ha encumbrado a Pattinson como el galán más deseado por millones de quinceañeras en plena sobrecarga hormonal. ¿Tiene los tamaños para trascender su condición de ídolo adolescente? Si Agua para elefantes es prueba suficiente para juzgarlo, la respuesta es un sonoro “no”.

Tom Welling. Pese a ser poco más que un culebrón mezclado con la mitología heroica del hombre de acero, no se puede menospreciar la perdurabilidad de Smallville, que ante la sorpresa de todos duró más de 10 temporadas. Buena parte del éxito se debió al convincente Clark Kent de Tom Welling.  Muchos, incluso, llegaron a proponerlo como el nuevo Superman en la cinta de Zack Snyder. No lo hubiera hecho mal.

Chace Crawford. La única manera en que podríamos soportar un capítulo entero de Gossip Girl sería si le añadieran desnudos y secuencias soft-porno; ¡esa sí que sería una gran serie! Pese a ello, sabemos que nuestras novias han pensado en Chace Crawford más de una vez mientras nos besan; no importa, nosotros nos imaginamos a Leighton Meester y Blake Lively.

+Este top aparece en un formato distinto en el número de agosto de la revista Deep.

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6 comentarios to “40 actores en plena explosión”

  1. Buena recopilación. Deberías echarte una de actores olvidados. Mi número uno estaría entre Jeff Goldblum e Ian Holm.

  2. Me lo echaré. Aunque hay que definir bien los parámetros del olvido: decisión propia, cuestiones de mercado, temperamentos incontrolables. El que encabezaría la lista sería Gene Hackman.
    Otra lista más culera sería de actores has beens, onda los CSIeros David Carusso y Gary Sinise,

  3. Me encantó tu lista, muy completa, con muy buenos argumentos y explicaciones muy claras. Acabas de agregar a un lector más a tu blog. Saludos

  4. Saludos y bienvenido

  5. Creo que podría entrar Anton Yelchin en la lista… al menos como mención honorífica…

  6. Buena lista. De Joseph Gordon-Levitt no he visto «BRICK», pero destacaría «PIEL MISTERIOSA». Saludos!!

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