Los bastardos

por Mauricio González Lara

Hijos de Pedro Páramo, los mexicanos lucen aún más huérfanos y tristes cuando la realidad los obliga a interpretar el papel de migrantes ilegales lejos de su siempre desdibujado hogar; sus empleadores, los estadounidenses clasemedieros de los suburbios angelinos, padecen una orfandad menos obvia pero quizá más culera en su enajenación y consciente desencanto. Todos, en sus respectivos infiernos, bastardos. Lúcida y en pleno control de su contemplativa plasticidad, la segunda película de Amat Escalante es un sólido retrato de la devastación existencial que predomina en ambos lados de la frontera.

Todavía la alcanzan en la Cineteca y en un par de salas.

P.D. No dejen que el tráiler ni las sinopsis de algunas críticas los engañe: si bien hay una situación similar a la de Funny Games, de Michael Haneke, la intención de Escalante no tiene nada que ver con el tema central del film del director austriaco: nuestra relación con la manera en que la violencia es representada en el arte y el entretenimiento

5 comentarios to “Los bastardos”

  1. cómo? 2 párrafos? me perdí de algo? estás deprimido?
    jeje
    a mí sí me gustó y mucho…jaja qué buena mi reseña

  2. Less is more. ¡Dios!

  3. Hola, Mauricio: Como yo soy uno de los despistados críticos de la nota, va mi explicación acerca de la comparación con Haneke, tal como la escribí en REFORMA:

    «Los bastardos -Mejor Película de la sección Nuevas Visiones de Sitges 2008, entre otros premios obtenidos el año pasado- nos remite, en su segunda parte, no tanto al cine del mentor de Escalante, Carlos Reygadas, sino al de Michael Haneke, especialmente a Juegos Divertidos (1997), aunque sin la lúcida/hipócrita manipulación de las expectativas cinéfilas, el elemento central de este polémico filme dirigido por el cineasta austriaco.

    Y aunque es cierto que no estamos, pues, frente a una meditación sobre la violencia cinematográfica al estilo de Haneke, el resultado es de cualquier manera muy similar: ante la insoportablemente controlada puesta en imágenes de Escalante, uno termina deseando que la acción inicie ya, de inmediato, como sea, porfavorcito».

    O sea: claro que las dos películas son muy diferentes, especialmente en sus intenciones. Mientras Haneke nos provoca cínicamente con la violencia, Escalante nos propone algo diferente: una lectura social más o menos obvia, una lectura desesperada/existencial que termina en esa mirada hacia la cámara, hacia nosotros.

    Saludos

  4. Hola Ernesto,
    Puede ser, aunque hay una diferencia que sí me parece sustancial en el manejo de las expectativas: en Funny Games siempre existe la certeza de que van a hacer lo peor con la familia -la sorpresa viene de lado de que incluso escapando,todo puede rewindearse para asegurar el infierno. Los secuestradores no son humanos. Acá, las expectativas distan de ser ésas; de hecho, resulta imposible no sentir simpatía por los migrantes.
    Un abrazo

  5. Tengo tanto que hacer y ahora voy a suspender todo para ir a a verla.

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